Moisés Viretti. Llega el mes de los
difuntos por excelencia; los templos de nuestra mariana ciudad se llenan en sus
misas de atardecer en el que nuestras mentes son ‘’ computadoras y disco duros
‘’ de viejas ‘’carpetas de escritorio’’ , que cuesta encontrar para poder
contemplar, fotografías del recuerdo mas preciado de aquellos hermanos que han
pasado a mejor vida, los hermanos difuntos.
La lluvia toma protagonismo en estos días y los cementerios
se llenan, las flores se queman por el frio pero el sentimiento y amor por
aquellos que las compraron y la dieron, aun permanecen en ellas; nuestras calles se han
visto con un preludio de ‘’vampiros y fantasmas’’ en el que la fiesta americana
de Halloween dará mas que un susto o
sorpresa, aunque también existe el ‘’trato’’ , pero prefiero acogerme a un
‘’trato divino’’, por ejemplo de respetar las normas y no pertenecer a una
fiesta pagana, que un caramelo o el mismísimo alcohol, es más importante que visitar nuestras
Iglesias y rezar ante la Madre de Dios, que con manto negro de luto hace sus
mejores galas ante aquellos que nos contemplan desde el balcón del cielo.
Tengamos un poco de luz en nuestra sabia cofradiera de un
mes no menos importante , como homenaje ha aquellos que en su día nos
ilustraron, nos enseñaron a amar, nos advirtieron y nos quisieron con toda su
alma, con todas sus fuerzas, con todo su ser.
Purifiquemos con incienso nuestros hogares, encendamos velas
como luz eterna en sus mejores momentos y dejemos que la cera se haga lágrima
como consuelo de una eterna memoria por aquellos que siempre desearon instantes
antes de su muerte ser recordados por siempre.
