Quedan meses, pero, como si de un chiquillo espera ansioso el día de su cumpleaños para celebrar con sus amigos, así espero volver acompañarte; y no de capa y antifaz como antaño, si no tras tu manto, rezándote a son de marcha procesional; ¿el destino? ¿el karma? ¿ o quizás tu?...en verdad te digo que no lo se, lo que si sé, es que espero el ansiado día, y que no quede la menor duda que otro barrio de menos echaré, pero si veré bajó la luz de la luna, el brillar de tus preciosos ojos azules, el reflejo del campanario de la Inmaculada Concepción, que asoma sus viejas brisas, a la ansiada Gran Plaza. En mi tarareo, la melodía de un fuerte bajo del maestro Alonso al compás del consuelo de María, y en mi alma, aquella alegría de niñez, de ver siempre tu cara, y ahora volverte acompañar, pero esta vez, viendo tus candelabros de guardabrisa. Como buen hijo, seré aquel que junto a otros hermanos míos seamos quienes te acompañemos a tu casa, al nervion cofrade, al barrio congregante, para calmar la sed que atraviesa Sevilla en un Miércoles Santo que nunca muere, y que en su día mi hermano me supo inculcar, ser mariano y no volcar la fe, que, como María de Nazaret, llama a mi corazón para volver a ser, aquel nazarenito hecho hombre y sentirse hecho un niño...
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